
¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre los jerarcas del abismo? Y aunque alguno me estrechara contra su corazón: yo me esfumaría destruido por su maravillosa existencia. Porque la belleza no es sino el principio de lo terrible, aquello que sólo podemos odiar y admiramos porque serenamente desdeña aniquilarnos.
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