
He recorrido mares y océanos siguiendo una estrella invisible (inservible) y mi piel se queja, cansada. Mi sombrero y mis ropas han sido destrozadas por la tormenta, pero tú, con tu voz ágil y fresca, me das consuelo y me ofreces el sillón de tu salón. No sé si entrar o no, pero a veces (mientras miro los árboles) imagino que estoy bajo tu mirada buena / creo que lo único que he querido es alguien que me cuide
el camino es estúpido y arriesgado, y mis movimientos significan tanto porque soy cobarde
voy a cerrar los ojos e imaginar que recuesto mi cuerpo adolorido bajo tus manos y mi
mente alterada bajo tus consejos. Tomaré del té que me des y te regalaré mis ojos negros
para que mires por ellos y corones tu existencia contestando mis aullidos que piden un porqué
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